Lo que pienso cuando paro, aunque sea un momento.
Últimamente pienso mucho en lo increíble que es mi carrera. No solo porque amo los idiomas, sino porque con esta profesión puedes cambiar vidas. Puedes ayudar a niños, adolescentes, adultos… y muchas veces ni te das cuenta del impacto que estás generando.
Pero claro, no todo es poesía. También he tenido que aprender cosas a la fuerza. Por ejemplo: a controlar mi carácter. No porque me lo hayan exigido, sino porque me he dado cuenta que la forma en que digo las cosas también es importante. Y aprender eso duele, pero forma.
Algo que me persigue día a día es la obsesión con las notas. A veces me quita el sueño, pero me ayuda a mejorar. ¿Cómo enfrento mis bajones? Con chocolate. Siempre chocolate.
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