lunes, 23 de junio de 2025

COSAS QUE ME SALVAN

 Canciones, libros y rituales que me mantienen viva.

Si hay una canción que no puedo dejar de escuchar últimamente es "4 Novios" de Six Sex. Es un gusto culposo, sí, pero también es una canción que me da fuerza, valentía y ganas de decir "aquí estoy". Me la recomendó mi roomie, y desde entonces no ha salido de mi cabeza.

Un libro que me salvó y al que siempre regreso es El Alquimista. Tiene algo que me centra. Cada vez que lo leo, me recuerda que todo está conectado, y que mi camino tiene sentido, aunque no lo vea claro.

Pequeñas cosas me salvan todos los días: un abrazo de mis amigas, una sonrisa en medio del aula, una nota inesperadamente buena. Y cuando la tristeza me alcanza, tengo un ritual: una ducha larga. Como si pudiera lavar todo lo que pesa.


Esta es la canción, no me enorgullece pero es esta me gusta por el ritmo he jeje: https://www.youtube.com/watch?v=KZ_GxRmIqtE&list=RDMMKZ_GxRmIqtE&start_radio=1 

REFLEXIONES CON CAFÉ

 Lo que pienso cuando paro, aunque sea un momento.

Últimamente pienso mucho en lo increíble que es mi carrera. No solo porque amo los idiomas, sino porque con esta profesión puedes cambiar vidas. Puedes ayudar a niños, adolescentes, adultos… y muchas veces ni te das cuenta del impacto que estás generando.

Pero claro, no todo es poesía. También he tenido que aprender cosas a la fuerza. Por ejemplo: a controlar mi carácter. No porque me lo hayan exigido, sino porque me he dado cuenta que la forma en que digo las cosas también es importante. Y aprender eso duele, pero forma.

Algo que me persigue día a día es la obsesión con las notas. A veces me quita el sueño, pero me ayuda a mejorar. ¿Cómo enfrento mis bajones? Con chocolate. Siempre chocolate.



CRÓNICAS DE UNA VIDA DRAMÁTICA

 Sí, me pasan cosas sacadas de novela. Y me encanta.

Volver a la universidad después de un semestre sabático fue una sacudida. Me costó adaptarme. Me había acostumbrado a mi ritmo tranquilo, y regresar fue como lanzarme de cabeza a una piscina helada… pero brillante. Ahora me río, pero al principio casi lloro.

En un día terrible, terminé llorando como Magdalena. ¿La solución? Mis amigos y una papa tuka gigante para cuatro. Comer mientras lloras puede parecer triste, pero fue uno de los momentos más sanadores que he vivido.

Mi frase estrella cuando todo va mal es: "No sé cómo lo voy a hacer, pero lo voy a hacer." Siempre. Como cuando un amigo, Jordi, me engañó  para meterme al coro de la facultad. Y resulta que ahora descubro que mi voz no solo sirve para hablar idiomas, también para jugar con tonos y emociones.



RECUERDOS DEL CAMPO

Entre pozos, árboles y patas torcidas

Mi infancia no fue la típica. Yo no crecí con mascotas domésticas. Yo crecí con pavos, patos, chivos, vacas, cerdos y hasta un armadillo. Mi patio era una selva y mi corazón, un corral feliz. Uno de mis recuerdos favoritos es treparme a los árboles con los libros viejos de mis hermanos, esconderme entre las ramas y leer hasta que me olvidaba del mundo.

De todos los animales, el que más me marcó fue un gatito negro con las patas delanteras torcidas. Me dediqué a ayudarlo a caminar bien, y cuando lo logró, sentí una alegría inmensa. Fue mi primer acto de fe silencioso.

Teníamos un pozo real, como de cuento, donde sacábamos el agua. Vivir en el campo me hizo más fuerte, más positiva. Me dio una resistencia especial al estrés, y una necesidad vital de naturaleza. Por eso, cuando todo se pone feo, yo busco el verde.

MI VIDA UNIVERSITARIA

La tragicomedia de estudiar idiomas

Madrugar con ojeras, llegar con suerte desayunada, y aún así amar profundamente lo que estudio: así son mis días en la universidad. Estudiar idiomas no solo es aprender a hablar otras lenguas, también es descubrir otras formas de ver el mundo, chocar con nuevas culturas… y con tareas que parecen eternas.

El aula es un lugar de caos y magia. Es estrés puro, pero también emoción. A veces hay hambre, otras veces una felicidad repentina cuando por fin entiendo un tema o simplemente cuando me doy cuenta de que estoy en una carrera que amo. Hay días que me dan ganas de llorar, y otros en los que lloro… pero de risa.

Una de mis tradiciones favoritas del semestre es el desfile de viudas. Ver a mis compañeros varones disfrazados de mujeres en plena calle es una experiencia tan ridícula como hermosa. En medio del caos, la biblioteca es mi santuario: ese rincón silencioso y cálido donde puedo volver a mí, estudiar o simplemente respirar.



Yo describiría mis días en la uni con esta cancion: https://www.youtube.com/watch?v=DRoKTP5xkTU&list=RDMM&start_radio=1&rv=JYekRpqL4O8


¿QUIEN SOY?

Me llamo Esmeralda, pero aquí puedes llamarme Laralda, como me gusta imaginarme cuando me pienso libre, curiosa y viajera. Soy una joven extrovertida, sociable, con carácter fuerte y una pasión por conocer culturas y personas nuevas. Estudio idiomas porque me fascina la idea de entender y conectar con el mundo entero, palabra por palabra.

Nací y crecí en el campo, entre cabras, patos, árboles y mucha tierra bajo los pies. Esa infancia dejó en mí una conexión especial con lo salvaje, lo natural y lo simple. A los 17 años tomé una decisión que me cambió para siempre: independizarme. Y desde ahí, mi historia se escribe sola, todos los días, con todo lo que implica ser joven, intensa y vivir en una ciudad lejos de casa.





¿QUIEN SOY?

  Canciones, libros y rituales que me mantienen viva. Si hay una canción que no puedo dejar de escuchar últimamente es "4 Novios"...